lunes, 30 de septiembre de 2013

BAJO LA MÁSCARA

Muchas veces, durante la noche, mi alma ha sentido la necesidad de salir al exterior, bajo el manto oscuro y estrellado que me ofrece la nocturnidad que tanto misterio entraña para mí. Así, observando con admiración lo que la naturaleza me muestra, la inspiración se apodera de mí con la fuerza de un huracán y desenreda mis emociones, mis pensamientos, mis reflexiones, trasladándome a otra dimensión, un lugar donde yo soy mucho más que una mujer, mucho más que una persona que no alcanza a comprender el funcionamiento de este mundo.
De muy joven, soñaba con volar libre, ser tan sólo lo que siento que soy, un alma llena de amor, de felicidad, un espíritu inocente que se adentra en la vida sin miedo, con ganas de triunfar, de entregar todo el amor que alberga en su pecho... Sin embargo, sólo me sentía libre cuando miraba el cielo, cuando me preguntaba si alguien más, alguien como yo, tal vez mi otra mitad, estaba también contemplando los luceros brillando y gritando que los descubriera, que los integrara en el alma, pues en ella existen igual que allí arriba son, fueron y serán...

La melancolía me embriagaba y me consolaba a la vez, sorprendiéndome en muchas ocasiones llorando bajo el anhelo del hallazgo de ese ser maravilloso que me enamoraría para siempre y que se liberaría de las ataduras de esta sociedad conmigo, para recorrer juntos un camino envuelto en pasión, amor, locura, libertad...
Tal vez soy y fui una nueva versión de las princesas de los cuentos de hadas, lo cual me parecía absurdo y ridículo, y de nuevo mi mente bloqueaba mis sueños, los condenaba, los sepultaba, porque ella, mi mente, se cree muy sabia, piensa que la vida es dura, que los seres humanos se ocultan bajo una máscara que cuando desaparece muestra una imagen totalmente diferente de la que interpretamos al conocer su disfraz y creer en él...
La inocencia no murió en mí, a pesar de las desilusiones, a pesar de la necesidad de cambiar el mundo...
Quise ayudar en ese cambio de diversas maneras, creía que en cierto modo, si ayudaba a una persona ya estaba contribuyendo a la transformación de la humanidad... Equivocarse es cosa de los seres humanos, seres que se desdoblan siendo a la vez lo que deben ser y lo que desearían ser, prevaleciendo ante todo lo que la sociedad dictamina, en lugar de ser lo que sus corazones anhelan ser...

Tardé un tiempo prolongado en darme cuenta de que sólo cambiando yo podía aportar mi granito de arena a este mundo que antes me parecía hostil, un mundo que me asustaba y del cual me refugiaba en lo que yo siempre llamé "mi cueva". Así que comencé mi camino, una senda hacia mí misma, donde fui descubriendo poco a poco que la tortura, la amargura, el dolor, la ira, la desesperación, la decepción, las creaba mi mente bajo un paradigma colectivo, el de la misma sociedad de la cual siempre me había apartado... Así que sin apenas advertirlo, me había convertido en uno de ellos, en un ser que se ocultaba bajo su propio antifaz para protegerse de los demás...sin embargo, también me negué la libertad...

Ayer, bajo la máscara, era un alma llena de amor para dar, triste por no poder hacerlo, y por no lograr conectar de alma a alma con los demás... El amor era algo externo, algo que no se enraizaba, porque no nacía desde adentro, porque se basaba en deseos de la mente, ya que pocas personas saben escuchar a su corazón, sino que más bien escuchan en su corazón lo que su ego le envía en forma de emoción, sentimientos sujetos a ese paradigma, programa mental que nos domina, porque estamos dormidos...



Hoy no hay máscara, ando desnuda ante la vida, sin miedo al dolor, sencillamente sin miedo a vivir... Y así, en esta libertad, siento que puedo volar envuelta en la luz del amor que me he aprendido a regalar, amarme ha sido el descubrimiento más hermoso que he podido realizar, amarme como deseaba que me amaran, sin excusas, sin peros, sin juicios, sin condiciones...
Y cuando miro las estrellas, la certeza de mi corazón me habla de que sí hay alguien ahí fuera, alguien como yo, mi otra mitad, alguien que se pregunta las mismas cosas que yo, alguien que desea amar, alguien que como yo se ama y desea amar intensamante a su alma gemela que le espera...

Arael...

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