domingo, 13 de septiembre de 2015

PASO A PASO

Me abro camino...

Paso a paso, poco a poco, forjé las huellas que del ayer me enviaron a este momento en que me hallo frente a ti, sopesando los éxitos, los fracasos, las verdades, los engaños, y recalculando la ecuación que se gestó con números que ahora ya no me sirven, porque se han borrado.

Y del abismo en el que parecía estar cayendo, emergió una luz que me acogió me elevó, y me mostró el camino que no podía ver, pues se creaba cada vez que mis pies tocaban un suelo que no existía.

Me embarqué en una aventura con una brújula que marcaba mis errores, para que pudiera liberarlos, dejarlos ir, para que no los guardara más en mis bolsillos, para que no anudara ilusiones a mi alma sedienta, porque en realidad, jamás había sentido sed, el agua brotaba desde mi corazón, como un rayo reluciente hecho de versos, que se entrelazaba con mis manos, con mis ojos, y se expandía en mis abrazos, en mis besos, y se extendía por aquellos parajes por donde paseaba.

No me percaté de que por aquellos lugares por donde transitaba, mi Ser sonreía y las flores se escapaban y volaban, las mariposas se convertían en hadas, las sirenas peinaban sus cabellos con mis palabras, y el sol me daba la calidez que necesitaba para sentirme acompañada.

Y mi atuendo de guerrera no me hacía falta, ni el de víctima, ni el de mujer enamorada, tan sólo un yo tranquilo, sosegado, que a sí mismo se emanaba, desprendía la esencia real de lo que la ropa ocultaba.

Me abro camino...

Dejo atrás el verbo del cual me equivocaba, no nado en el río que mis lágrimas ya secas habían inventado para llegar a un mar que ya no estaba, que no era mío, forjado de hechos e historias de misterio que me encandilaban.



Y hoy soy mi barco, mi océano y mi estrella, el flujo de energía que se mueve hacia la gran estela de la vida, de la conciencia divina, de la magnificencia que me guía hacia la idea que no es idea, que es la única verdad, la unidad, el origen, la supremacía.

En el paso del gigante que me da la mano cuando mis piernas flaquean, hallo la fuerza, el corage, la valentía...

Y en el gesto tierno de quien susurra entre el canto del viento que mi piel de forma suave acaricia, te encuentro, me encuentro, nos encontramos, más allá del amor mundano, más allá del amor que mi pequeña mente comprendería, más allá del universo, más allá de un millón de miradas vacías, más allá del cielo, más allá de esta vida.

Beso tu mirada y la bendigo en la mía, porque mirarte es la bendición más bella que he sentido en mi pecho encendido con la luz de algo más fuerte que nosotros, que nos mira, beso tu sonrisa esquiva, tu alma fundida en el sollozo de una emoción contenida, tu cuerpo que respiro y que en mi cuerpo se perfila, tu abrazo que me envuelve y me ilumina...

No hay error en lo que hace latir mi existencia más allá de esta humana que soy, de esta mujer de la que me visto cada día. No hay mentira en lo que observo sin el filtro que cayó en el abismo que me sostenía, ahora, sólo hay verdad, y el miedo se ha rendido ante la diosa que vive en mi boca cuando la besas con tu amor de ángel, de hombre, de dios, de locura de pasión que me provoca, sí, me provoca vivir, me provoca sentir, me provoca salir de esta crisálida que me oculta, para unirme a tu voz, a tu respiración, a tu piel, a tu esencia loca...

Me abro camino...

Renazco de mis cenizas y destilo mi voz como una ráfaga que te habla cuando tu ser me da la mano y me dice: “camina, camina mi amor, camina, que yo te acompaño, que no hay distancia, que sólo hay amor y sólo hay vida”

Arael Elämä.




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